Personal Biography
Among my passions, soccer stands out. I played (slowly) in high school and went to many games when spending a year as an exchange student in Tucumán, Argentina. On my third day in Lima, in my college year abroad, I saw Alianza Lima in the glorious Matute. I’ve been hooked ever since and have suffered and even enjoyed maybe 100 games there over the years. I watch Barcelona when I can, rooted for Betis when living in Seville, and suffered with Peru in the 2018 World Cup. I also follow the Oakland A’s and Sacramento Kings. I was a fan of the Oakland Raiders until their treachery, moving to Las Vegas.
I started road biking about a decade ago and get on the bike about three days a week. I love my Kirk and have a DeSalvo. My pelotón keeps me happy and sane, and Steady Eddy’s coffee shop in Winters, CA has become almost a second home. I’m one of the legion of Scandinavian detective literature fans, and I try to convince everyone that Henning Mankell is a great writer. On TV, I’m partial to BBC detective series (Happy Valley is my favorite).
One of my strongest ties to Peru is through food. When my beloved father-in-law, Eduardo Mendoza Meléndez (1911-2013) saw me the first time in the kitchen in Magdalena in 1983, he exclaimed, “el gordito debe comer bien.” From that time on, he ordered that I be well-served. When I think of loved ones/experiences, food is always front and center. My mother-in-law Zoila preparing pachamanca in Concepción; a long conversation over pizza and beer with Iván, so intense that we forgot to pay for the beer and the mozo found us walking away slowly; ceviches with Carlos before or after “hunting trips” for used books in downtown Lima; Aldo taking me to the new hotspot or a delicious hole in the wall; tarwi and other delicacies with Ricardo and Carmen in San Jerónimo (Cusco); lonche with Ruth; desserts in the Varayok with Thomas. The list goes on. One of the things that I have most missed with COVID are long lunches when one suddenly realizes it’s nighttime.
I stay in touch with my former students and am delighted to hear about their achievements, frustrations, life changes, and more. Write me!
My daughter just finished law school and my son his BA. I am enormously proud of both of them. My wife, Zoila Mendoza, is an anthropologist whose books, videos, mastery of Quechua, and documentaries both shame me and make me very proud.
Our dog Abby runs our life.
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Entre mis pasiones, destaca el futbol. Jugué en la escuela y fui a muchos partidos cuando estaba en mi año de intercambio en Tucumán, Argentina. En mi tercer día en Lima, vi a Alianza Lima en el glorioso Estadio Matute, en La Victoria. Desde entonces he estado sufrido e incluso disfrutado quizá 100 partidos a lo largo de los años. Vi al Barcelona cuando pude, le hice barra al Betis cuando vivía en Sevilla, y sufrí como corresponde por Perú en el Mundial de 2018. También sigo a los Atléticos de Oakland y los Sacramento Kings. Por un tiempo fui fan de los Oakland Raiders hasta su traición, cuando se mudaron a Las Vegas.
Comencé a andar en bicicleta hace casi una década y ando en bicicleta unos tres días a la semana. Amo mi Kirk y tengo una DeSalvo. Mi pelotón me mantiene feliz y a salvo, y la cafetería Steady Eddy en Winters, California se ha convertido casi en un segundo hogar. Soy parte de una legión de fanáticos de la literatura de detectives escandinava, y trato de convencer a todos de que Henning Mankell es un gran escritor. En televisión, soy partidario de las series de detectives de la BBC (Happy Valley es mi favorito).
Uno de mis lazos mas fuertes con Perú es a través de la comida. Cuando mi querido suegro, Eduardo Mendoza Meléndez (1911-2013) me vio por primera vez en la cocina de su casa en Magdalena en 1983, exclamó “el gordito debe comer bien”. Desde entonces, pidió que me sirvieran bien. Cuando pienso en mis experiencias más apreciadas, la comida siempre está al centro y al frente: mi suegra Zoila preparando pachamanca en Concepción; una larga conversación con pizza y cerveza con Iván, tan intensa que en una ocasión nos olvidamos de pagar la cerveza y el mozo nos encontró alejándonos lentamente; ceviches con Carlos antes o después de los “viajes de caza” de libros usados en el centro de Lima; Aldo llevándome al nuevo huarique; tarwi y otros manjares con Ricardo y Carmen en San Jerónimo (Cusco); lonche con Ruth; postres en el Varayok con Thomas. La lista sigue. Una de las cosas que más he extrañado con el COVID son esos largos almuerzos cuando uno se da cuenta de repente que es de noche.
Estoy en contacto con mis antiguos estudiantes y estoy encantado de escuchar sus logros, frustraciones, cambios de vida y más. ¡Escríbanme!
Mi hija acaba de terminar la escuela de leyes y mi hijo su bachillerato. Estoy inmensamente orgulloso de ambos. Mi esposa, Zoila Mendoza, es una antropóloga cuyos libros, videos, dominio del quechua y documentales me me enorgullecen.
Nuestro perro Abby dirige nuestra vida.
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