Desde la publicación en habla inglesa, del libro de Charles Walker (abril 2014) sobre la rebelión de Túpac Amaru por Harvard University Press, la aparición en castellano del mencionado libro, bajo la dirección del Instituto de Estudios Peruanos, amenazaba con convertirse en uno de los sucesos académicos más esperados, por historiadores, conocedores y aficionados de la Historia del Perú, durante el año 2015. No era para menos.
Las numerosas reseñas, notas de prensa, entrevistas, presentaciones, seminarios y hasta el reconocimiento como uno de los nueve más importantes libros de historia en el año 2014 por el prestigioso Financial Times, solo contribuyeron a incrementar aún más nuestra impaciencia e intranquilidad. Finalmente, llegó el día de la presentación en la Feria Internacional del Libro (julio de 2015) y a partir de ese momento, se han multiplicado de manera exponencial los elogios, las críticas y cuando no, las ventas (fue el segundo libro más vendido en dicha feria y ya cuenta con una segunda edición).
A primera impresión, debemos decir que, el libro La Rebelión de Túpac Amaru de Charles Walker (“Chuck” para sus amigos), no nos cuenta una nueva versión de la histórica insurgencia, tampoco nos plantea alguna hipótesis polémica, controvertida o diferente de la que otros autores como Boleslao Lewin, Carlos Daniel Valcárcel, Jorge Cornejo Bouroncle, Lillian Estelle Fisher, Atilio Sivirichi, Juan José Vega, Alberto Flores Ga-lindo, Scarlett O’Phelan, David Cahill y Ward Stavig, ya nos habían planteado. Sin embargo y este es uno de los grandes méritos del libro, Walker logra arrastrarnos por los escenarios rebeldes y realistas ape-lando a la narración histórica del suceso por medio de una prosa limpia, comprensible y muy intensa. Asimismo, de la notoria complejidad del movimiento rebelde, el autor resalta ciertos aspectos que, estando pre-sentes en otros estudios, no habían recibido la debida atención, nos referimos tanto al papel de la Iglesia, como el de la mujer.
Como lo sugiere el libro, uno de los grandes responsables del fracaso de la rebelión tupacamarista, estuvo relacionado directamente con la opo-sición de la Iglesia cusqueña, a través de su obispo, el arequipeño Juan Manuel Moscoso y Peralta; quién, después de la masacre de Sangarará no solo excomulgó a Túpac Amaru, sino que, ordenó a los clérigos a per-manecer en sus parroquias haciendo campaña activa contra los rebeldes y a favor de los realistas. Según Walker, la excomunión y oposición del clero fueron golpes durísimos para el caudillo rebelde, no solo porque dañaron su condición de cristiano, sino también, quitaron legitimidad a su movimiento, al presentar a los rebeldes como, incendiarios de capi-llas públicas y de iglesias, salteadores de caminos, rebeldes, traidores al Rey, revoltosos, perturbadores de la paz y usurpadores de los reales de-rechos. Lamentablemente, el poder de la iglesia y su influencia en la población indígena fueron muy grandes y Túpac Amaru al no poder con-vencerlos de las bondades de su causa, ni querer combatirlos, tuvo necesariamente que convivir con ellos.
Asimismo, la importancia del género femenino en la rebelión de Túpac Amaru no solo estuvo relacionada con las miles de mujeres indígenas que acompañaban permanentemente a las huestes tupacamaristas, sino sobre todo, a nivel de la propia dirección del movimiento. Para Charles Walker, la rebelión cuzqueña tuvo un claro liderazgo compartido entre José Gabriel y su esposa Micaela Bastidas. Mientras a él le correspondía la tarea de dirigir las tropas, ella se encargaba de toda la logística de la rebelión, vale decir, del reclutamiento de hombres, acopio de armas, municiones, mulas, aguardiente, tejidos, dinero y el abastecimiento de alimentos para la tropa. Esta relación dual, podría tener sus orígenes en el caso de los Incas, en la mítica pareja fundadora, Manco Cápac y Mama Ocllo y para la época de la rebelión, también la observamos en el bando aimara, con Julián Apaza Túpac Catari y Bartolina Sisa. Curiosamente y como bien lo han anotado algunos especialistas, dentro de este liderazgo compartido y no en pocas ocasiones, Micaela Bastidas demostró tener un carácter más impulsivo, un comportamiento más atrevido y una per-sonalidad más dominante que el propio José Gabriel. Quizá ello explique también, la brutalidad de su ejecución por parte de los españoles.
Por otro lado, y aquí podría estar una crítica al libro, Charles Walker no aborda ciertos temas polémicos aunque vinculados entre sí, que desde hace muchos años vienen generando agrias discusiones y puntos de vista encontrados. Nos referimos, a los factores o motivaciones que em-pujaron al cacique de Tinta a optar por la rebelión y fundamentalmente, al carácter de la misma, es decir, si fue un movimiento anticolonial o independentista. Vale la pena recordar que, la vinculación de la rebelión de Túpac Amaru con la independencia peruana tiene sus orígenes en los primeros estudios realizados sobre el tema por Boleslao Lewin, Carlos Daniel Valcárcel y Jorge Cornejo Bouroncle y como consecuencia de ello, nuestro país aparecía en el contexto latinoamericano a la vanguardia del proceso emancipatorio.
Sin embargo, tal posición fue cuestionada por historiadores como John Fisher y Heráclio Bonilla en la década de 1970, quienes afirmaban contrariamente que, la violencia descontrolada de la rebelión cusqueña atemorizó a muchos criollos y los empujó a adoptar posiciones más conservadoras. En las últimas décadas del siglo XX, la rebelión tupacamarista fue identificada como un movimiento anticolo-nial y ubicada al final de un largo proceso de levantamientos precisamente anticoloniales que sumaron más de un centenar y por di-versas motivaciones se habían iniciado a principios del siglo XVIII. Así podemos comprobarlo en los trabajos de Scarlett O’Phelan, Steve J. Stern, David Cahill y Ward Stavig. Curiosamente, con el inicio del nuevo milenio y la cercanía del Bicentenario, han vuelto a renacer las tesis in-dependentistas entre algunos historiadores como Antonio Zapata o Francisco Quiroz. Desafortunadamente, el libro no aborda este polémico tema.
Una explicación para este silencio, creemos, puede estar en el propio objetivo del libro. El mismo que fue pensado no tanto como un aporte para investigadores o conocedores de los movimientos sociales durante el periodo colonial, sino como un texto de divulgación para un público me-nos familiarizado con el tema, tanto nacional como extranjero. Ello bien podría explicar su ya encomiada estructura narrativa.
En definitiva, en el balance final, creemos que el libro de Charles Walker es un gran aporte al conocimiento de la más importante rebelión indígena del siglo XVIII y debería sugerirse como lectura obligada para todos los alumnos de los colegios secundarios del Perú e incluso de las universidades. Esto último, debido a que en nuestro país algunas universidades ya no son un sinónimo de nivel cultural y por diferentes razones, esta condición solo es patrimonio de algunos.
La reseña apareció en la revista Historia. Estudios regionales: del prehispánico a la república, n. 2 (julio-diciembre 2015): 165-8. Arequipa.