Me da una enorme satisfacción prologar una nueva edición de este libro sobre el terremoto- tsunami de 1746. Hace años que la primera edición de Colonialismo en ruinas se encuentra agotada. El continuo interés por el libro por parte de estudiantes, colegas y público en general me convenció de reeditarlo y me alegra que esta edición sea accesible a más personas.
Para bien o para mal los temas tratados aquí siguen muy relevantes. Me voy a referir a tres de ellos: (a) los debates sobre Lima misma; (b) los terremotos en el pasado, presente y futuro de la ciudad; y (c) la supuesta responsabilidad de las mujeres en provocar la devastación de Lima. En cuanto a Lima, el libro pretende explorar una serie de preguntas sobre la Ciudad de los Reyes, temas candentes tanto en el siglo XVIII como en la actualidad. ¿Cómo se define Lima? ¿Es posible administrar una metrópoli tan grande, tan diversa y tan dividida? Esta es una pregunta tan común el día de hoy como lo fue en 1746. Un lector o una lectora podrían preguntarse si examinar Lima en el siglo XVIII puede ayudarnos a comprenderla en el siglo XXI considerando que son entes radicalmente distintos. Desde 1746 hasta hoy, Lima se ha transformado en cuanto a su extensión (en aquel entonces era apenas el 5% de lo que es hoy), su demografía, su cultura pública, su arquitectura y otros componentes de lo conforma una ciudad.
Sin embargo, muchos lectores y lectoras han notado (o notarán) las continuidades entre la ciudad retratada en estas páginas y la Lima de la actualidad: las complejas discusiones sobre las jerarquías sociales; las formas sutiles y no tan sutiles de discriminación; la defensa acérrima de los estamentos; una religiosidad intensamente pública y física (es decir, barroca); una enorme brecha entre las leyes así como entre el discurso oficial y la práctica; y un constante debate sobre las reglas sociales y políticas. Creo que el lector pensará al principio del libro que Lima “era otra”; irreconocible incluso. Pero al avanzar en la lectura se percatará de las semejanzas y los puentes o continuidades entre el siglo XVIII y el siglo XXI. Sin lugar a duda, los raíces limeñas surgen de la época colonial.
Me alegra que el libro, tanto en inglés como en castellano, haya sido leído y comentado por seismólogos, hidrólogos (tsunamis) y expertos en defensa civil. En cuanto a la metodología, me sirvió mucho aprender de seismología y sobre tsunamis. Aunque el libro no tenga un análisis científico desarrollado en torno al terremoto mismo, sí pude explicar por qué y cómo ocurrió. Hoy en día, para hacer buena historia medioambiental e historia de las ciencias, es necesario aprender de las mismas ciencias. No pretendo ser seismólogo (aunque mi comprensión y aprecio por su trabajo crecieron enormemente), pero sí creo que el libro abrió un diálogo y se nutrió de mi lectura de los campos científicos que abordan los desastres y su impacto. 2 Y sobre las preguntas de si Lima se encuentra preparada para un terremoto o tsunami, tengo que contestar siempre que no. A pesar del esfuerzo de algunos técnicos y políticos que promueven las necesarias campañas de simulacros y conciencia cívica, la ciudad y el país no están listos. El terremoto de Pisco el 15 de agosto de 2007 demostró, además, que Perú tampoco sabe apoyar a los damnificados y mucho menos reconstruir. En ese campo, el virrey Manso de Velasco fue más eficiente que los presidentes recientes.
Con la edición en inglés recibí comentarios (la mayoría positivos, uno que otro negativo) sobre mi argumento de cómo la sociedad limeña, sobre todo la Iglesia Católica, culpó a las mujeres por el terremoto. El argumento intrigó a muchos, pero mucho más en referencia a la edición en inglés que la versión en castellano. En el Perú las preguntas iban por otro camino. Tal vez el argumento sobre las mujeres haya estado un poco escondido en el capítulo siete. Por otro lado, es comprensible que el lector peruano pensara en el peligro actual más que las discusiones ideológicas, que tenían un fuerte contenido de género. Sin embargo, desde la primera edición de este libro en 2012, ha aumentado notablemente el interés en la historia de género en Perú. 4 Tengo la esperanza que la nueva edición permita más diálogo sobre el papel de las mujeres en Lima en el siglo XVIII, en las batallas discursivas pero también en la vida cotidiana y en las grandes luchas sociales.
Desde la publicación del libro han aparecido trabajos importantes. Me hubiera gustado
incorporar los de Lizardo Seiner y Adrianna Scaletti sobre los terremotos en Perú o los de Adrian Pearce y Cameron Jones sobre la época del Virrey Conde de Superunda. 5 En los últimos años hemos contado con importantes e innovadores trabajos sobre terremotos y sociedad en Argentina, Chile, Haiti, y Portugal. 6 Aunque no pueda incorporar estos trabajos, me queda la satisfacción de haber participado de alguna forma en el auge de los estudios sobre los desastres. Juan Acevedo convirtió el tsunami de 1746 en una aventura de su personaje El Cuy, reconstruyendo cómo se vivió el desastre a través de una serie de tiras cómicas dominicales publicadas en El Comercio.
Para terminar, quisiera agradecer a Odín del Pozo, Ludwig Huber, y Elizabeth Andrade del IEP, a Anne-Marie Brougere de IFEA, y a José Ragas de la Universidad Católica de Chile. También doy las gracias a mi amigo, el gran traductor Javier Flores Espinoza. Finalmente, quiero mencionar al brillante Efraín Trelles (1953-2018). A Efraín le gustaba mucho el tema y conversamos muchas veces sobre el libro (y mucho más). Incluso, hizo un programa de radio sobre el 28 de octubre basado en su lectura del libro. 7 Como muchos, extraño su entusiasmo e inteligente picardía y me hubiera encantado entregarle un ejemplar de esta nueva edición.