Me da una enorme satisfacción prologar una nueva edición de este libro sobre el terremoto- tsunami de 1746. Hace años que la primera edición de Colonialismo en ruinas se encuentra agotada. El continuo interés por el libro por parte de estudiantes, colegas y público en general me convenció de reeditarlo y me alegra que esta edición sea accesible a más personas.
Continue readingHe leído con mucho interés la discusión entre Carmen McEvoy y José Carlos de la Puente sobre un artículo de McEvoy en El Comercio (“Nuestros intelectuales”). Además, varias personas me han preguntado “¿Qué opina usted?” (algunos con la intención de añadir leña al fuego o por lo menos conseguir un chisme).
Puedo decir que me alegra mucho que haya esta discusión y me parece que ambos tienen razón. (También debo decir que ambos son buenos amigos y apreciados colegas). Estoy de acuerdo con que haya discusión ya que la historiografía peruana se ha vuelto insípida en cuanto a los debates: simplemente, estos no existen y no logramos salir de los chismes y los rajes (“dicen que su libro no es tan bueno”). En el Perú, hay una clamorosa falta de reseñas y de una seria discusión de los libros que se publican. Hay libros buenos que nadie ha comentado; hay libros malos que tampoco nadie ha comentado (o del cual la gente suele decir: “Debe ser bueno ya que el autor es muy conocido”). Todos mis colegas estarán de acuerdo, creo, que hace falta reseñas, debates y espacios para una mayor discusión.
La línea principal de la trayectoria de McEvoy busca repensar a los grandes hombres del siglo XIX peruano. Su libro sobre Manuel Pardo, Un proyecto nacional en el siglo XIX: Manuel Pardo y su visión del Perú (entre otros libros suyos) nos hace ver la complejidad del mismo Pardo y su pensamiento. Carmen se adentra con profundidad en la segunda mitad del siglo XIX en un momento cuando muchos historiadores se alejaban de la época, quedando con un resumen demasiado estereotipado de la creación de la oligarquía. Me gustó el libro aunque me pareció que faltaba ser más crítico frente a Pardo y sus colegas.
Si bien tenían una visión de la nación, Pardo y su entorno eran tremendamente conservadores en cuanto a la esclavitud (sobre todo la generación anterior), las jerarquías sociales, y la Iglesia Católica. En general, en sus muchos libros, McEvoy ha repensado Pardo y otras figuras de las décadas anteriores y posteriores a la Guerra del Pacífico. Son buenos libros pero muchos pensamos que ella debió haber sido más crítica frente a las actuaciones y comprensiones del Perú de aquellos hombres. Desgraciadamente, no surgió esta crítica abiertamente, en reseñas etc., y por lo tanto, los importantes libros de Carmen McEvoy no provocaron un debate mayor, hasta ahora. Una notable excepción sería el trabajo de Ulrich Mucke, especialmente su libro, Política y burguesía en el Perú. El Partido Civil antes de la Guerra con Chile (2010).
Una de las grandes corrientes de la historiografía americanista en las últimas décadas ha sido cuestionar y bajar de sus tronos a los forjadores de la patria o “Padres Fundadores”. En Estados Unidos ha habido un importante cuestionamiento de Jefferson, Washington, Adams y otros, con trabajos académicos profundos que cuestionan su papel como dueños de esclavos, su hipocresía o visión muy tradicional. Esto ha provocado un fructífero debate que va mucho más allá que si Jefferson puede (o debe) ser halagado o respetado si era dueño de esclavos o si se acostaba (o violaba) con ellas. (Más bien, se ha explorado de manera fascinante a los descendientes de Jefferson que resultaron de las relaciones con la esclava Sally Hemming). Los trabajos buenos han ocupado un lugar intermedio entre las defensas acérrimas de los padres de la patria y las diatribas simplistas (X era malo ya que era burgués). En Argentina, que tiene una excelente tradición biográfica, ha pasado algo parecido con Belgrano, Sarmiento, y otros personajes clave. En la última década han sido publicadas una serie de biografías sobre figuras del siglo XIX, libros eruditos, analíticos y accesibles a un público amplio. Esto no ha pasado en el Perú (y nada indica que pasará). Podría dar más ejemplos de otros países.
En el Perú no ha existido este debate sobre los grandes hombres del siglo XIX, lo cual lo hace un caso excepcional a mi entender. Tampoco ha habido entradas de género sobre esos hombres en particular. Los libros de McEvoy han sido bien recibidos, halagados por la investigación de archivo y prosa, pero pocos colegas historiadores (Ulrich Mücke sería la excepción) cuestionaron sus argumentos, proponiendo una visión o interpretación más crítica de Pardo y ahora Unanue (como propone De la Puente).
¿Por qué ese silencio? En primer lugar, casi no aparecen reseñas y no existe un espacio de debate para los historiadores. Me acuerdo el año pasado que durante un coloquio sobre la independencia que tuvo lugar en Lima, los historiadores extranjeros (algunos de ellos autores de algunas de las biografías mencionadas líneas arriba) no podían creer la ausencia de preguntas críticas y discusión después de unas ponencias mediocres o cuestionables de historiadores conocidos. Uno de ellos me manifestó su asombro: “Con esto, hubiera corrido sangre en mi país”. No quiero sangre pero sí decepciona que en los eventos públicos falten críticas públicas que fomenten la discusión. Siempre quedamos en el silencio público y el raje posterior. Segundo, el Perú no tiene una tradición de biografías buenas y profundas (hay excepciones pero muy pocas) y muchos veces caemos en crear santos intocables (es decir, endiosar o crear hagiografías) o atacara las personas o partidos que no son de nuestro agrado o tendencia. Una buena biografía tiene que buscar defectos pero siempre contextualizar; debe hacernos entender la persona y su época. Además, requiere una buena prosa para enganchar al lector.
Por lo tanto, felicitaciones a Jose Carlos de la Puente por provocar un debate muy necesario y felicitaciones a Carmen Mc Evoy por su continuo trabajo en este campo. Ojalá esta pequeña cruce de ideas (en facebook) produzca más discusión y más biografías críticas.
Necesitamos de estas y otras perspectivas.
Jose Carlos de la Puente, “Para pensar el Bicentenario.” El Comercio 30/07/2019.
Carmen McEvoy, “Nuestros ilustrados.” El Comercio 14/07/2019.
(…) That does not mean that the capital city, with upward of a third of the total population of the country and its historic place of power, is not still a very important object of historical analysis and widespread interest. This is verified with the appearance of The Lima Reader, which deserves attention here as a worthy complement to the five volumes reviewed above. An anthology of primary selections expertly edited by well-known Peruvianist historians Carlos Aguirre and Charles Walker, the book spans a spectrum of epochs and topics from the Incas and conquest to the modern day. It brings together an extraordinarily rich array of original sources such as travel accounts, historical documents, folklore, poetry, excerpts from short stories and memoirs, maps, and photographs, including translated selections of notable historical and literary figures as well as contemporary intellectuals, politicians, and scholars. In addition to exploring Lima’s identity through its food, sports culture, festivals, and sense of humor, these sources “address how Lima’s multiethnic population, class inequalities and debates of who is a ‘true’ limeño/a have evolved throughout the city’s history” (back cover).
The reader is organized into six chronological sections: “Pre-Hispanic, Conquest and Early Colony,” “Bourbon Lima,” “From Independence to the War of the Pacific (1821–1883),” “Modernizing Lima (1895–1940),” “Interlude: Nostalgia and Its Discontents,” and “The Many Limas (1940–).” The latter two sections are decidedly weighted toward the period since 1940, with a total of twenty-three entries (114 pages) versus the previous five centuries with thirty-one entries (134 pages). Given the projected readership, mainly university students and lay readers, this emphasis is entirely appropriate. Each section and selection or entry begins with a short introduction that concisely summarizes its contents.
The very first chapter, entitled “Pre-Hispanic Lima,” captures the beginning of what would become multiethnic Lima over the next five centuries. Francisco Pizarro and his fellow Spanish conquistadors vainly tried to separate themselves from the conquered indigenous by founding their capital city on the coast far from the Indian core, the Inca imperial capital Cuzco. Yet from the moment of its founding, the City of the Kings was intimately tied to the indigenous people, who not only surrounded it but had built a plethora of huacas, native holy shrines whose remains still dot the city landscape even today. The ensuing process of racial and cultural mixing with the Hispanic population would quickly doom the policy of dividing and segregating Peru into two republics, Spaniards and Indians, as dictated from Madrid.
Garcilaso de La Vega’s description of this early attempt at separation, of course, was not the only reason for the selection of coastal Lima as the new capital, since commerce and trade with Spain and Europe was also paramount. Over time that would bring other components that contributed to the multiethnic composition of the city and colony, such as African slave labor for nearby sugar plantations and as household servants. By the eighteenth century Lima would be described by some as a predominantly black city, as described in several entries, such as Flora Tristan’s “A Slave Plantation,” and another by Natalia Majluf on Pancho Fierro, the Afro-Peruvian watercolorist who brilliantly depicted the Afro population of the city. “Faces of All Colors” by Hipólito Ruiz adds an example of the ugly racial discrimination that the capital’s dominant “white” population subjected this dark-skinned underclass, but which ironically also tagged the creole elite as inferior to Europeans (Spaniards).
Fast-forward to the second half of the nineteenth and early twentieth centuries, when Lima’s population assumed still another racial dimension. This time Chinese and Japanese indentured servants were brought to work in the guano fields and plantations and in railroad construction, respectively, and many eventually found their way to Lima once completing their work contracts. Their ancestors are today’s Asian component that dominates the small retail or bodega trade as well as the famous Chinese restaurants of Lima, called chifas. A variety of Europeans, of course, arrived in Lima from abroad during this time as well.
However, not until the advent of the tidal wave of rural-urban migration that began to build after World War II, particularly during the lost decade of the 1980s economic crisis and internal war, did the ever growing indigenous and mestizo population inundate the capital city. The entry by anthropologist José Matos Mar entitled “A City of Outsiders” superbly chronicles the “Andeanization” of Lima, as does Gisela Canepa’s “Chicha and Huayno: Andean Music and Culture in Lima.” Lima’s population would increasingly resemble the mestizo nation that some argued Peru was becoming.
Numerous entries in the reader, of course, also treat the conflict and periodic violence that erupted as these disparate ethnicities struggled against the exploitation and discrimination they faced in everyday life. These include “A Failed Indian Uprising in the 1750s” (Anonymous), “Chinese Are Not Welcome” by Mariano Castro Zaldivar and, of course, various entries on the War of the Shining Path and accompanying human rights violations. Moreover, wars both external and internal are skillfully treated, such as in “The National Library and the Chilean Occupation” by E. W. Middendorf and numerous gripping entries on the Shining Path such as “The Great March of Villa El Salvador” by Jose María Salcedo, “The Day Lima Erupted” by Enrique Zileri, “The Tarata Street Bombing,” and “Shining Path: A Prisoner’s Testimony,” the latter two drawn from the 2002 Peruvian Truth and Reconciliation Commission (Comisión de la Verdad y Reconciliación, Perú).
Modernizing Lima, a city undergoing intense change at the turn of the twentieth century, features several notable entries such as José Gálvez’s “Transformation of Lima after 1895,” Luis Alberto Sánchez’s autobiographical description of “A Middle-Class House in 1900,” “The Growing Popular Taste for Soccer” from El Comercio; entries on religion and the church include “The Spiritual Diary of an Afro-Peruvian Mystic” by Ursula de Jesús, “Auto-da-Fé and Procession,” by Josephe and Francisco Mugaburu, and José Carlos Mariátegui’s “The Lord of the Miracles Procession.”
How to represent the enormous variety, diversity, and contrasts of Lima represents the great challenge to the editors of The Lima Reader. For in the city one finds affluent neighborhoods with manicured lawns of the great mansions; quaint, tidy middle-class sections; and new, teeming hilltop shantytowns. In the historic downtown center, belle époque buildings compete with colonial-era churches, monasteries, and convents and modern bustling business establishments and official buildings, all clustered together on narrow streets, together forming only 5 percent of the sprawling city. In this difficult endeavor, as perhaps one would expect, the editors succeed admirably in selecting the best passages (and photographs) that can be found to represent the rich material and cultural tapestry that unfolds in the City of the Kings over the centuries.
“Peru since Independence, a Tortured History,” Latin American Research Review 53.4 (2018): 847-856.
A charitable interpretation of Andean Truths: Transitional Justice, Ethnicity, and Cultural Production in Post-Shining Path Peru (Liverpool: Liverpool University Press, 2015) would proclaim that Anne Lambright has written two books. At the core, she provides a fine analysis of the diverse ways that individuals and communities processed, commemorated, or remembered the gruesome violence of Peru from 1980 to 1992, when the Shining Path and the Peruvian state outdid one another in human rights violations. She examines cinema, literature, theater, and art (individual and collective) to explore the many ways that people understood the violence and its aftermath as well as potential paths toward reconciliation or justice. She frames this project, however, by casting the Peruvian Truth and Reconciliation Commission (CVR) and its final report as a conformist or mainstream version of events written from the perspective of the powers that be in Lima. The works that she studies, from her perspective, radically diverge from and question the CVR. This is a terrible misrepresentation that puts into question the validity of her larger arguments.
Charles Walker aborda desde una perspectiva de análisis renovadora, una temática muy transitada por la historiografía. Si bien la vida de Tupac Amaru vertebra el esquema del relato, éste no se reduce a su biografía sino a una historia social amplia de la rebelión de 1780, analizada a partir y a través de su líder y conductor (José Gabriel Condorcanqui), su esposa (Micaela Bastidas) y sus familiares más cercanos (sus hermanos, sus hijos, su cuñado, sus más allegados seguidores). Para ello, el autor utiliza los aportes de la prolífica historiografía sobre el período en general y sobre la rebelión en particular; apela a un corpus documental denso y variado y a un estilo narrativo fluido y dinámico, en el que combina el aporte justo de datos empíricos con acertadas descripciones del entorno natural –respaldadas por imágenes y mapas de época– y las necesarias reflexiones historiográficas que giran en torno a un debate medular: ¿la modernidad y el proceso de civilización reducen, incrementan o modifican la violencia?
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La Guerra Fría, la descolonización y las revoluciones tercermundistas de segunda mitad del siglo XX ejercieron una gran influencia en los estudios históricos sobre el mundo rural latinoamericano. Desde los años 1960 se han multiplicado los análisis y las discusiones teórico-metodológicas sobre las formas de agitación agraria, un debate que los grandes aniversarios de las independencias (sesquicentenarios y bicentenarios) contribuyeron a profundizar. Las formas de hacer política en tiempos revolucionarios y los mecanismos de participación/negociación implementados por los sectores «populares», «subalternos» o «plebeyos» —tema poco o mal considerado en épocas precedentes— es objeto de mayor atención. Investigadores como Raúl Fradkin vienen proponiendo que las vertientes más renovadoras de la historiografía, como la nueva historia política y la historia popular, profundicen sus diálogos en torno a esas experiencias de acción popular colectiva.
Este pormenorizado y atrapante relato de la rebelión de Túpac Amaru tiene una doble virtud; es de difusión, por lo tanto está dirigido a un público más amplio que el estrictamente académico, pero al mismo tiempo ha sido escrito por un especialista en Historia peruana del período tardocolonial en base a bibliografía especializada y fuentes de archivo poco explotadas por otros investigadores. Walker escudriña estas fuentes tratando de restituirle voz y protagonismo a sectores subalternos como las masas indígenas, el liderazgo femenino y la tropa española. Este liderazgo estaría encarnado especialmente por Micaela Bastidas -esposa del Rebelde-, Tomasa Tito Condemayta -cacica de Acos- y Bartolina Sisa y Gregoria Apaza -esposa y hermana de Túpac Katari, respectivamente.
El 16 de setiembre de 1969, el Gobierno Revolucionario de las Fuerzas Armadas, dirigido por el General Juan Velasco Alvarado, creó la Comisión Nacional del Sesquicentenario de la Independencia Peruana. Entre las responsabilidades de la Comisión se encontraba la publicación de una copiosa colección de fuentes primarias (y algunas secundarias) en torno al proceso de independencia del país. La Colección Documental de la Independencia Peruana (CDIP), como se llamaría posteriormente, incluyó documentos provenientes de archivos peruanos y extranjeros. Aunque no llegó a cumplir su meta original de 106 volúmenes, la Comisión supervisó la edición y publicación de 86 volúmenes, dentro de los cuales se encontraba el tomo II (cuatro volúmenes) sobre «La rebelión de Túpac Amaru», en una edición de alta calidad para ese entonces. Carlos Daniel Valcárcel supervisó los tres primeros volúmenes de dicho tomo y Guillermo Durand Flórez se hizo cargo del último.
Here is my review of the massive, ten-volume collection of Heinrich Witt’s memoirs. Kudos to Ulrich Mücke. As I stress in the review, this is a wonderful source for Peruvian history. I would love to see someone digitalize the index (and perhaps translate it). That way researchers can find references to topics as diverse Chinese in Lima to muleteers in the Andes. Translate all ten volumes, thousands of pages, might be too much to ask. -CW
Born near Hamburg in 1799, Heinrich Witt arrived in Peru in 1824 and spent most of his life there as an agent for a number ofmerchant houses, including his own. He crossed the Atlantic numerous times, traveling extensively in Europe as well as Peru and Chile. Witt dedicated extraordinary effort to his diaries, writing almost daily (in English) and revising it with the aid of secretaries. When his vision declined in his old age, he had friends and employees read it out loud to him, allowing him to relive his anecdotes and to make corrections and additions. He ultimately wrote thirteen volumes with more than 11,000 pages, although only ten volumes are available today. In print, the ten volumes add up to more than 5,500 pages. The online version sold by Brill includes two rough drafts of diaries not part of the print edition.
La «gran rebelión» surandina de 1780-1783 ha retomado actualidad con la publicación, primero en inglés (2014) y luego en castellano (2015), del nuevo libro del historiador norteamericano Charles Walker. Al optar por una historia narrativa que presenta paso a paso el desarrollo de los sucesos y muestra así las incertidumbres del momento, su autor no solo evita un análisis determinista, sino que logra exponer de manera clara y crítica las interpretaciones, tanto previas como propias, sobre el movimiento rebelde, aunque sin abundar en debates historiográficos. Esta estrategia discursiva y analítica —que sigue los criterios originales de los editores estadounidenses— hace que esta obra sea más accesible a un público lector bastante amplio; allí reside, sin duda, una de las razones de su éxito editorial.